Paterson
Fotograma de la Película (2016) dirigida Por Jim Jarmusch
Todas las mañanas Paterson se levanta a la misma hora: suena su despertador, acaricia a su esposa que duerme profunda a su lado y se acomoda mejor en la cama mientras él decide comenzar el día. Toma su ropa -que ha dejado lista el día anterior sobre una silla-, y se viste. Toma café en la cocina y a solas, busca su lonchera -que su esposa siempre le deja preparada: además de un sandwich u otra comida, incluye alguna nota, una foto de los dos allí-, y sale de la casa. Paterson maneja un autobús por la misma ruta, todos los días. Vive en un lugar que también se llama Paterson, en Nueva Jersey, y adora al poeta William Carlos Williams -que también vivió en el mismo lugar-. Paterson escribe en un pequeño cuaderno que carga con él, en las paradas del bus o al final de la jornada. Por la tarde, cuando llega a su casa, organiza su pequeño escritorio y la biblioteca cercana, escribe un poco más, y en algún momento saca a pasear a su perro, quien lo acompaña hasta el bar más cercano. Allí están las personas de siempre, teniendo conversaciones realistas, cercanas a la cotidianidad, propias de la vida de las personas presentes. Todos los días su esposa lo sorprende, intentando decorar el pequeño espacio-hogar que habitan: aunque los colores que ellas prefiere son el blanco y el negro, pinta figuras circulares en las paredes, en las habitaciones, en la ropa de ella, en todos los decorados que elige. Decide también cocinar algunos pasteles -que Paterson le celebrará y la impulsará a que los haga-, y en este ritmo transcurre la vida de los dos. De repente una salida por la noche de más, una película de vez en cuando.
Paterson es tranquilo, camina con pausa, soporta sin vengarse las pequeñas pruebas diarias a las que se enfrenta gracias a la mascota de la casa -que la prefiere a ella y demuestra cierta antipatía por él-, y escribe poesía. No está claro si desea publicarla; en todo caso escribe acerca de él, de lo que piensa, también escribe acerca de ella. En el bar, en medio de las cervezas y los amigos, acompaña a los demás, conversa con ellos, escucha, está presente, pero no genera grandes cambios o turbulencias en la vida de los demás. Es el tremendo papel que hace Adam Driver en el papel de Paterson, lo que me llevó a que me repitiera la película varias veces: ese momento en el que parece que el balance de su vida está por perderse -y solo se percibe en un cambio de sus rutinas, de sus ritmos durante un poco más de una noche y un día-, lo que me produce toda la tristeza y desesperanza por unos instantes, y al mismo tiempo es capaz de rescatarme a continuación. Es una película que aunque contiene una pareja, no se trata del amor; se trata de salvarse uno a punta de pequeños gestos cotidianos que vienen de encuentros que en todo caso no estamos esperando: una libreta para escribir nueva, una conversación con un extraño que parece que nos conociera desde todos los días, y una apuesta por seguir adelante con lo poco que sigue teniendo sentido.
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