El agua, las formas y los lenguajes
Ayer vi "La forma del agua"; la última película dirigida por Guillermo del Toro, escrita por él y Vanessa Taylor. La película inicia con Elisa durmiendo un sueño profundo; un sueño en el agua que poco a poco la desliza hasta el sofá de su casa y la despierta con el sonido del reloj. Como todas las noches, Elisa se despierta con el tiempo exacto para llegar a su trabajo en una Central nuclear antes de media noche: el agua no solo la acompaña en sus sueños, también la acompaña en las primeras rutinas de su día en la noche, ahora despierta. El agua, la música y el cine. Elisa no puede hablar con palabras, pero los textos que comunica se valen de otras formas como el agua -y el amor-, la música -que la conecta con los otros a través de los afectos-, y el cine -justamente, vive cerca de un teatro que parece que casi nadie visita, pero que en todo caso acompaña con las imágenes y las historias que hacen parte del marco de su vida. También la televisión: bogangles baila tap con una niña, y Elisa intenta llevar la ternura de los pasos de tap que observa, a la relación que mantiene con su buen amigo y vecino artista.
"La forma del agua" esta repleta de otras formas del lenguaje que intentan comunicar a alguien un mensaje; ese otro va a tomar muchas formas a lo largo de la película: un artista que intenta vender sus obras de publicidad pintadas a mano y que son rechazadas porque no pueden competir con la exactitud de la imagen de una fotografía; una ama de casa que espera al marido, lista para hacer el amor con él después de mostrarle que tienen un hogar perfecto con niños americanos perfectos que solo quieren ver "Bonanza". Él se acuesta con ella, pero le dice que permanezca mientras tanto en silencio. Un hombre capaz de visitar un restaurante todos los días y comer la peor torta de limón de todas, esperando que otro hombre lo reconozca y lo acepte; una mujer de la limpieza que espera que su esposo le hable algún día y la reconozca, más allá de la mujer que mantiene la casa en orden y hace la comida. Un científico-espía que quiere que alguien escuche sus razones para no matar; un terrorífico Coronel que se siente en la capacidad de dominar a todos por medio de sus gestos, sus actuaciones, su ejercicio de poder. Los otros hablarán solo cuándo él lo decida.
Y es entonces cuando una historia de amor entre una mujer muda y un anfibio humanoide, le devuelve a todos la capacidad de hablar, de gritar y hacerse oír: ya cuando parece que no hay esperanza y la derrota es lo único que los hombres conseguirán, el artista se atreve; la mujer de la limpieza insta a su esposo a callar si lo único que puede demostrar con sus palabras es servilismo y sometimiento; el científico se revela ante sus pares incluso sabiendo lo que le espera; y el anfibio hace callar al Coronel con un rasguño certero. Le quita el exceso de palabras, el exceso de actuaciones, el exceso de poder sobre los otros.
Ya será el agua que contiene, la última forma de cobijo para el amor en esta película. Elisa y el anfibio humanoide pusieron a todos a hablar en la forma del lenguaje de cada uno; por lo menos en la forma más auténtica.