lunes, 26 de marzo de 2018


Zama, de Lucrecia Martel

Fotograma de Diego de Zama, en la película 

Este fin de semana fui a ver "Zama" la película de Lucrecia Martel, basada en el libro de Antonio Di Benedetto. Esta película, nos cuenta la historia de Diego de Zama, un funcionario de la corona española, que espera la correspondencia en la que por fin, se le notifique de su traslado a otro territorio conquistado por España, pero en el que él pueda reconocerse desde referentes más comunes, más afines, más identificatorios. Se encuentra en el Paraguay desde hace algunos años: su esposa ya no ha vuelto a escribirle y solo se entera por otros que arriban al territorio, que sus hijos ahora están más altos. Zama espera la llegada de nuevos funcionarios que le puedan ayudar con mensajes favorables a su traslado, que imploren esta posibilidad por él, que lo saquen de estas tierras en donde además del aburrimiento y del tedio, no puede -o no quiere, o se resiste-, a adentrarse en el conocimiento más profundo de los otros, los ajenos que allí se encuentran: lo negro, lo indígena. De manera paulatina, Diego de Zama pierde las esperanzas de que el traslado soñado sea un hecho concreto, en un tiempo corto. Pero además se va despojando -y es despojado-, de algunos objetos y lugares que le han permitido conservar su lugar, su identidad, su estatus: su oficina es reducida a un lugar más pequeño, con los muebles apretujados; por una orden de "cepilleo" debe abandonar la casa en la que ha vivido el último tiempo, también sus muebles; su siguiente morada es un rancho a punto de caerse en el que él será el último huésped precisamente de esas gentes ajenas que parecen acecharlo y que tampoco se acerca mucho a él, tampoco sienten ningún deseo por conocer más de él. Es ahora el habitante de una casa que nadie quiere, que parece maldita, a la que nadie entra. 

Desconsolado y resignado, Diego de Zama se une a un grupo de expedicionarios que deben dar caza a un bandido que ha cometido saqueos, que ha roto el pacto con la corona; un hombre que, con una banda de compañeros, ha decidido hacerse rico con los tesoros que estas tierras salvajes puedan proveerle. El momento del desenmascaramiento llega, cuando Zama les comunica a los bandidos que aquello que están buscando, el tesoro de los cocos repletos de las piedras preciosas, simplemente no existe. Los cocos están llenos de baratijas sin valor alguno. Y es cuando decide expresarles su gran descubrimiento durante todo este tiempo en el territorio salvaje: al comunicarles que el tesoro no existe, les está quitando la esperanza y con este despojamiento, les está diciendo la verdad, algo seguro, algo que en efecto es así. Ya no tendrán que ir tras la búsqueda de algo que no existe, ya no tendrán que esperar más por un tesoro que no encontrarán. Porque no hay. Y esta es la verdad más importante que les puede enunciar, porque de ahora en adelante son libres de seguir otros caminos. 

Y es interesante entender, que lo más importante que podemos saber, es lo que no hay, lo que no está.  Lo que nos hace libres no es lo positivo que encontramos; es precisamente lo negativo, la no existencia, aquello que ya no se puede llenar ni completar de ningún modo. Y resignarnos, y quedarnos con la idea de un conocimiento ahora sabido, pero precisamente desde su no existencia. No hay nada más. Ahora, intenta lo que quieras. 

lunes, 19 de marzo de 2018

Una mujer fantástica

Daniela Vega en un fotograma de la película

Hay dos escenas que me parecen claves a la hora de entender "Una Mujer Fantástica", la película galardonada con el Óscar a mejor película extranjera en la última entrega de estos premios. La primera tiene que ver con una pequeña llave que se encontraba entre las cosas de Orlando -la pareja de Marina-, y que la conducen hasta los saunas que él frecuentaba. Una vez allí, Marina Vidal debe preguntar si este lugar es unisex: la respuesta es que no; las mujeres tienen acceso a algunos lugares específicos, los hombres a otros. Y ella, que es Marina, y que durante lo que va de la película ha debido enfrentar la mirada psicopatológica de todos los espectadores que la juzgan y que no entienden su relación de pareja, debe ingresar al lugar con una toalla, como se encuentran allí la mayoría de los hombres. Y es que es la única manera en cómo puede acercarse al locker de Orlando y abrirlo, para saber si allí él guarda algún secreto, de repente un mensaje para ella, un objeto que olvidó allí y que ahora le pertenecerá después de que la familia de este la ha despojado de todos los otros objetos materiales que podrían evocarlo a él. Pero no hay nada, solo un espacio negro. Los recuerdos de Orlando deberán ser buscados en la memoria de Marina, allí donde solo le pertenecerán a ella y a la historia de amor que vivieron juntos. 

Pero todavía se puede continuar luchando por Diabla, la mascota que su pareja le regaló y que estuvo acompañándolo a él desde varios años atrás: antes que Marina apareciera, cuando Orlando convivía aun con su hijo, con su anterior pareja, con su hija menor. Diabla vivió con Marina y Orlando hasta los últimos episodios de su vida juntos. Y es entonces cuando aparece la segunda escena que más me gusta de la película: Marina ya está dispuesta a seguir adelante con su vida, en un pequeño apartamento en el que convive con Diabla -que ahora le pertenece, a pesar de la resistencia del hijo mayor de Orlando-, y con algunos objetos más que ahora hablan más de ella y menos de Orlando: están los decorados del lugar que ella escogió, su capacidad de alimentar y cuidar de la mascota, sus atuendos listos para irse a presentar en un concierto en el que su maestro -que nunca la victimiza y que la espera allí para su presentación-, le recuerdan que las peleas que debe dar no han terminado. Y para descargar la rabia tiene también una pera de boxeo instalada en su nuevo lugar: porque sabemos que Marina es capaz de golpear, de pegar duro, de seguir cuidando de ella.  

Los viajes y las búsquedas

Fotogramas de Rose en "Un viaje Maravilloso" 

La película está llena de objetos por descubrir: la habitación de un niño que, en palabras de la madre, se parece a un museo; el interés de Ben -el niño-, por investigar acerca de su madre, para saber si a través de ella y con motivo de su último cumpleaños, podrá tener pistas para descubrir quien es su padre. La tarjeta que su madre tiene en su escritorio y en la que Ben encuentra un mensaje casi que personal: aunque todos nos encontremos en el lodo, algunos podremos ver las estrellas. También están sus sueños: en ellos, él corre para salvaguardarse de unos lobos. Al fondo, la voz de un hombre que nunca logramos ver, le  habla al niño mientras este corre para ponerse a salvo. Y también está el oficio de la madre, las ropas de la madre, el interés por los libros guardados en cajones a los que solo nosotros podemos tener acceso. Es allí, precisamente en el cajón privado de ella, en el que Ben encontrará las primeras pistas para adentrarse en un viaje hacia sus orígenes.  La búsqueda lo llevará a Nueva York. Es el año 1977. Y para poder ver él mismo lo que está buscando, tendrá que quedarse sordo.

Rose también irá a Nueva York en busca de su madre, pero durante el año 1927. Mientras la búsqueda de Ben lo llevará a entender los lazos ocultos que mantiene con su padre, Rose por su parte huye de su padre para reencontrarse con su madre, una actriz famosa. Ella también tiene su museo privado: consiste en recrear una ciudad de papel alrededor de ella, a partir de fragmentos y recortes de libros y revistas con las que va armando su propia ciudadela. Allí donde al fin estará con su madre, se encuentra con que la única alternativa que le queda será huir también de ella y esperar que su hermano mayor pueda encontrarle un lugar en su vida. Y entonces encontrará que sus orígenes siempre han estado con ella, y que su capacidad de creación le ha pertenecido desde el primer momento. Es su hermano Walter y la librería que este dirige, el escenario de todos los encuentros maravillosos que nos ofrecerá esta película. También la música que nos va narrando la historia de los dos niños y que nos habla por ellos;  los objetos y los libros que parece que nos fueran marcando un sendero por el que descubriremos que las cosas que necesitamos, las pistas para encontrar a los otros, siempre las hemos tenido alrededor. 

domingo, 18 de marzo de 2018

El Proyecto Florida

Bobby y Moonae en la película

Parece un documental al inicio, pero no lo es. Tal vez "parece" porque su Director Sean Baker logra que ingresemos a la vida de los personajes de "The Florida Project", casi como si estuviéramos viviendo en una de las habitaciones de este hotel color lavanda, que administra el único personaje capaz de acompañar y cuidar de manera muy sigilosa a cada uno de sus habitantes: Bobby -Willem Defoe-. Él cobra el arriendo, pinta el lugar, realiza los arreglos eléctricos, camina por los diferentes pisos del lugar, vigila cuidadosamente las noches mientras fuma un cigarrillo, protege a los niños de extraños que ingresan al lugar -y a quienes expulsa, porque siente que todos los habitantes del hotel y su bienestar están a su cargo, en cierta forma dependen de él-, y quien además es testigo de la vida de Moonae -una niña de seis años que juega con sus amigos por el lugar-, y su joven madre. Cuando el espectador ve la película y sigue los pasos de los niños jugando en lugares aledaños al hotel o en el edificio de varios pisos, tiene la sensación que, mientras Bobby esté presente, todos podrán sentirse resguardados. Y es así, en la medida en que él pueda contenerlos en este edificio que parece luminoso, que les permite permanecer allí, dormir, salvaguardarse del desastre. 

Y es que esta película nos recuerda la verdad acerca del Proyecto de ensueño: de la Florida del parque de diversiones que se sitúa a algunos metros de este hotel lavanda; del parque de sueños mágicos de Orlando en el que todos podemos tomarnos fotos y pagar costosas entradas por juguetes, espectáculos, por vacaciones de recién casados, por el cumplimiento de un sueño infantil al que queremos volver una y otra vez. Pero su contracara es precisamente este hotel lavanda: es el conjunto de casas vacías en el que nadie quiere vivir porque fue un expendio de drogas en algún momento, es la madre que trabaja en un restaurante y que guarda las sobras de los alimentos del día del establecimiento para entregarlos en bolsas a los niños y sus familias; es la madre que ingresa -tratando de pasar desapercibida-,  al hotel lujoso cercano a vender perfumes a los turistas que pueden pagar; es la supervivencia del día a día para lograr juntar el dinero que cuesta pasar una semana más en este hotel. Aunque sea engañando a los clientes que comprarán brazaletes y entradas caras para su esposa y sus hijos al parque de Orlando. Ellos -los que irán al parque-, tampoco son las mejores personas de la historia. Nadie tiene derecho a juzgar. 

Al final, solo queda correr: quedarse sin palabras porque no se puede explicar lo que está pasando, o tomar de la mano a alguien confiable para esconderse en el castillo de ensueño del parque; aunque sea por un instante. 

El lugar necesario, el personaje fundamental 

Michael Stuhlbarg en "Call me by your name" 

Tres de las películas que más me gustaron en lo que va corrido de este año, contaron con la participación fundamental del actor Michael Stuhlbarg dentro de su reparto. En ninguna de las tres ocasiones Stuhlbarg tenía el rol del protagonista, pero en todos los casos, su personaje era central en el desarrollo de la trama. En The Post era Abe Rosenthal, el Editor ejecutivo del New York Times que  ocupa el lugar del rival de la editora y el director del periódico que decide publicar los papeles clasificados del Pentágono. En esta película su rol corresponde al del editor firme, que va a la corte acompañado de sus rivales para defender la libertad de expresión y el lugar de la prensa como crítica, y como fuerza capaz de develar los secretos de la política y la posición ante la guerra que deciden las naciones. Se trata de un personaje presente, certero en las palabras que escoge, eficaz en la demostración de sus puntos de vista. Ahí está, cerca a la nominada al Óscar, Meryl Streep. 

Michael Stuhlbarg también está presente en el reparto de La forma del Agua, película galardonada como la mejor en la última entrega de los premios Óscar. En esta, su personaje es el Dr. Robert Hoffstetler, un científico que en realidad es un espía soviético que ayudará a Elisa y a Zelda en sus planes de huída de la planta nuclear con el anfibio humanoide que ha sido torturado y que será asesinado por sus custodios. En esta película, es el científico que debe preparar una fórmula que se disuelve en el agua y que permitirá que una vez el anfibio se encuentre en libertad -en la tina del baño de Elisa-, pueda sobrevivir en ambientes que le permitan continuar con vida, mientras busca el camino para sumergirse en el agua. No es el científico que pensamos que colaborará con los planes de escape; pero se opone a los mandatos de sus superiores y cuida, como los espectadores lo deseamos, de aquella forma que vino del agua. 

Y de forma magistral, Stuhlbarg es Samuel Perlman en Call me by your name, profesor de arqueología y padre de Elio, el adolescente de diecisiete años que se enamorará de Oliver, estudiante de posgrado del padre quien pasará las vacaciones en el norte de Italia como invitado de la familia del profesor. Esta película, ambientada en los paisajes rurales italianos y en pleno verano, nos sitúa en el ambiente en que irá surgiendo la historia de amor entre Elio y Oliver. Samuel cuidará de los dos y casi al final de la película, mantendrá una conversación definitiva con su hijo acerca de las elecciones vitales, de la posibilidad de guardar en la memoria las historias  de amor como fuerza y potencia para los caminos por descubrir, acerca del cuerpo y sus vicisitudes, acerca de los fragmentos del otro que ya nunca olvidaremos. Un padre que no es como los demás: eso le dice a su hijo en privado, una noche y con una copa en la mano. Y la relación de los dos permitirá la entrada de lo íntimo. La película ganó el Óscar a mejor guión adaptado, y de nuevo, Stuhlbarg estuvo muy presente. 

Creo que se trata de un actor fundamental, el que está en el lugar apropiado para que el efecto sorprendente, abrupto, emocional que las películas nos ofrecen, tenga lugar. Se trata del actor que en ninguna de las tres películas estuvo nominado o galardonado, pero considero que su elección fue definitiva para que los tres largometrajes nos entregaran algo de lo mejor de sí.