domingo, 27 de mayo de 2018

Elizabeth Costello en algunos cuentos morales

J.M Coetzee

Elizabeth Costello es una escritora; una mujer mayor creada por JM Coetzee que tiene vida propia. Ella, con toda la fuerza de la que es capaz, habla al lector acerca de sus viajes, de los encuentros con los seres humanos a lo largo de su vida; a través de estos encuentros nos muestra el reconocimiento del mal en el aleteo perceptible de unas alas al interior de cada uno de nosotros; ella nos habla y nos presenta el testimonio de su encuentro con las pulsiones; nos habla de las conclusiones de sus investigaciones acerca de la condición humana. Aparecerá por momentos en pequeños episodios de otros libros de Coetzee, como cuando en Hombre Lento, de repente reconocemos su voz. A veces me la imagino visitando a Coetzee, seguramente encontrándose en alguna librería en Australia. No sé si hablarían, más bien, a él me lo imagino contemplándola de lejos y a ella a punto de dirigirle la palabra. 

Hace unos pocos años, pude escuchar la lectura de La anciana y los gatos, en un auditorio de la Universidad Central, narrada por el propio Coetzee. Y es por ese episodio una tarde en el auditorio por el que pienso que ella tiene vida propia: el escritor leía un texto acerca de ella, pero cuando se refería a los diálogos y a los pensamientos, la voz no era la de él sino la de ella. En este relato, Elizabeth Costello debe recibir en su casa la visita de uno de sus dos hijos: ella, anciana, vive con Pablo -un hombre al que protege en su casa-, y se encuentra rodeada de gatos salvajes a los que alimenta. Su hijo, que la visita para hablarle de su vejez y de la pérdida de sus capacidades para vivir sola, se encuentra con una madre que sabe perfectamente a qué viene su hijo, y por lo tanto, decidirá que la conversación que puedan tener sea exactamente la que ella quiere plantear: la importancia de llamar las cosas por su nombre, la relación del hombre con los animales, la posibilidad de cuidar de un otro como un deber, la muerte y su presencia, la condición de cazador de los humanos, las tensiones entre el amor y el deber -en donde, para ella, el deber toma la delantera-. El hijo se va, ella no claudica. 

Y esto es precisamente lo que el lector puede encontrar en Siete cuentos morales de JM Coetzee: a Elizabeth Costello utilizándolo a él para que nos recuerde que ella seguirá hasta el final planteándonos sus reflexiones y discusiones acerca de los temas que ya nos había entregado en su libro. Que la podemos visitar de vez en cuando, y que la encontraremos certera, decidida, armada. Una escritora que no cede. El cuento contenido en el libro La anciana y los gatos se encuentra entre los relatos. Lo vuelvo a leer y vuelvo a recordar el episodio del auditorio de la Universidad: un hombre alto, canoso, que caminaba despacio con unas páginas en la mano, y que cuando comenzó a hablar ante el público, desapareció para que la señora Costello se tomara el escenario. 
Virus Tropical

Personajes de Virus Tropical

Comencé a leer Virus Tropical cuando me encontré las primeras entregas de la historia en una librería recientemente extinta de Bogotá. Después, siempre busqué en el stand de La Silueta en la Feria del libro, las siguientes entregas del relato. Me maravilló ver cómo Powerpaola narraba su vida a partir del recurso gráfico en estas entregas: la historia del encuentro de sus padres, sus primeros años en Quito, la relación con sus hermanas, su viaje y adolescencia en Cali, la vida de una adolescente que se enamora, que rompe con sus parejas, que va transformando su cuerpo, que va mostrándonos quién es ella y cómo elige ser. Después de Virus Tropical, entonces seguí buscando sus historias: la relación con Quique, que termina guardada en un siguiente libro; los caminos que ahora elige sola, el viajar, las nuevas exploraciones. Powerpaola se me volvió un personaje que me fui encontrando por ahí: en las entregas mensuales de una publicación cultural, en algunas entrevistas, en librerías de Buenos Aires al lado de las publicaciones de Liniers. Le sigo el rastro porque me gusta como narra la historia de ella, los pequeños fragmentos de los libros que se va encontrando, las salidas al cine, las preguntas que se hace. 

Este fin de semana decidí ir a ver Virus Tropical al cine -en uno de los dos teatros bogotanos en los que la están presentando-, una película de Santiago Caicedo en la que Paola Gaviria -Powerpaola-, está totalmente involucrada. Allí me encontré, encantada, con que la película se mantiene muy cerca de la historia de los libros que tengo conmigo: están los padres de Paola con sus hijas, viviendo la vida cotidiana de cualquier familia latinoamericana que intenta una convivencia que pueda contener los desbordes de cada uno de sus miembros; están sus hermanas mayores, cada una con sus marcas personales y sus elecciones en la vida; está la menor de las hijas, Paola, quien va armándose como va pudiendo en medio de Quito y Cali: en el colegio, en su casa, con los novios, con las cercanías y las despedidas en la vida. En todo caso, está la vida de una mujer que cualquier espectador podría encontrar cercana, como la amiga, la vecina, como sí misma. 

Virus Tropical, termina en la adolescencia de Powerpaola: ya pinta para ilustrar unas camisetas ecológicas por encargo, ya es reconocida por algunas personas por sus trazos, ya sale de su casa y del mundo de su colegio, a encontrarse con la calle y con la posibilidad de pintar en sus muros. Y cuando salí del cine tenía la sensación de haber reconocido en la película a este personaje que desde hace varios años sigo, a partir de sus orígenes. Ya vendrán nuevas entregas, confío: tanto de sus relatos e historias, como de este maravilloso escenario que encontró en el cine. 

domingo, 20 de mayo de 2018

En la Penumbra

Fotografía de el Director Fatih Akin y los actores de la película

Contra la Pared fue la primera película que vi de Fatih Akin; la manera en cómo lograba presentar el conflicto entre una pareja recién casada y conformada por una mujer turca y un hombre alemán me impresionó: allí estaban presentes las tensiones entre sus culturas, pero también las dificultades del amor, los cuestionamientos a la libertad que presenta la elección de permanecer al lado de alguien y las decisiones que en ocasiones van en contra de nuestros deseos más viscerales. Una película intensa y difícil. Después vi Soul Kitchen y aunque también la disfruté -algunos de los actores de la primera película estaban también allí-, sus protagonistas lograban atravesar de la mejor manera -incluso de forma más liviana-, las separaciones entre las personas y los nuevos encuentros. 
Hace algunos días pude ver por fin en cartelera En la Penumbra; y entonces me encontré de nuevo con una especie de sello de autor que tiene que ver con los temas que elige este director: la tensión entre culturas, el enfrentamiento del hombre con la sociedad, la historia que existe como telón de fondo en la vida de los protagonistas; las tragedias anunciadas, que nunca inician con ellos, sino que pertenecen a contextos más bien delineados y que tienen décadas de cobrar vidas y de crear nuevos enemigos, bajo los mismos presupuestos y justificaciones de siempre. 
La película inicia con el matrimonio de Katja y Nuri: esta ocurre en una cárcel en la que se encuentra Nuri -que traficó drogas-, y a la que Katja -a quien conoció cuando le vendía marihuana-, acude convencida y enamorada. Después de estas escenas, nos encontramos con la familia que han conformado con su pequeño hijo Rocco de 5 años: Nuri trabaja en una oficina de administración de impuestos -también es traductor- y Katja lo visita un día cualquiera, deja al niño con el padre y se dispone a encontrarse con una amiga para pasar el día con ella. Por la noche recogerá a Nuri y a Rocco para ir a la casa juntos.  
Pero la tragedia se anuncia cuando en la noche vemos el carro de Katja acercarse a algunas cuadras de la oficina de impuestos que administra Nuri y que ahora se encuentra acordonada y atestada de policías y un carro de emergencia. Ha explotado una bomba abandonada en una bicicleta, justo al frente de la entrada de la oficina; han fallecido un hombre adulto y un niño. 
La investigación inicia: ¿quién asesinó a la familia de Katja? Los familiares de ella opinan que "seguramente estaba implicado en algún negocio ilegal", los familiares de Nuri alegan: "¿podrán llevarse los cuerpos del nieto y el hijo con ellos, a otras tierras?", los investigadores se suman a la búsqueda de explicaciones: "¿Nuri pertenecía a algún grupo ilegal, tenía deudas con ex-socios, pertenecía a algún movimiento religioso?" "¿podría haber regresado al tráfico de drogas?". Pero Katja está convencida: fue un grupo de neo-nazis. Y rápidamente, las investigaciones le dan la razón. 
La desconfianza que genera el otro por el color de su piel, por sus facciones, por sus antecedentes -el expediente personal-, y más allá de eso, porque precisamente es el otro, es el móvil de esta película sobre la venganza. 
Pero también es una película sobre el sentimiento de impotencia, sobre la desolación, sobre las pérdidas irrecuperables. Y sobre el estado de penumbra en el que el espectador se puede sentir al salir de la sala de cine, ¿hay alguna esperanza en este mundo? 
Reencuentro

Bryan Cranston, Steve Carell y Laurence Fishburne

Hay algunas películas que no tienen el alcance y la difusión en la cartelera del cine comercial que se merecen. Hoy por ejemplo, encontré que solamente podría ver esta película en un teatro en toda la ciudad, ¿es que los primeros días en cartelera no tienen el rating que se merecen? ¿no interesan a los distribuidores? En todo caso, amigo lector, si tiene la posibilidad de encontrar Reencuentro, vaya a cine y véala. 
Se trata de una película de Richard Linklater, lo que ya nos cuenta qué podemos esperar: seres humanos que se encuentran ahora, pero que sus vínculos tienen historias que los acompañan hace varias décadas; que tendrán conversaciones en las que parecerá que todo se puede hablar de una manera causal y que se centra en sus vidas, pero que en realidad abordan entre líneas muchos de los problemas que tiene nuestra humanidad; seres humanos que pierden sus trayectos, que deciden tomar otros caminos, que en todo caso, recuperan algo que habían dejado olvidado hace algunos años. 
En esta ocasión, Doc -interpretado por Carell-, va en búsqueda de dos antiguos amigos -y que no ve hace décadas-, compañeros suyos en la guerra Vietnam: Sal (Cranston) -quien ahora es dueño de un bar con pocos clientes, que poco a poco ofrece menos servicios en el establecimiento por una decisión extraviada de su dueño-, y Mueller (Fishburne)-que ahora es un predicador religioso que se ha entregado a la palabra de Dios y que ha decidido olvidar su pasado-. Doc ha buscado a sus amigos para que estos lo acompañen a enterrar a su hijo quien también ha participado en una guerra: ha fallecido en Bagdad. 
Su cuerpo será sepultado en Arlington, dado que los Marines consideran que falleció como un héroe. Sí, ¿pero qué clase de héroe fue? ¿Cómo falleció? ¿quiénes estaban con él en ese momento?  ¿Hasta dónde la historia de su muerte, es la misma historia de las muertes de cada uno de los jóvenes que van a la guerra y que son devueltos a los familiares en ataúdes? Esta película es acerca de la importancia de saber la verdad, de conocer los acontecimientos que en efecto ocurrieron, que otro sea capaz de narrarlos, porque reconoce a los nuestros, porque fue testigo de sus vidas, porque no nos está contando una verdad prefabricada que no tiene sentido. 
Esta película es también la historia de una amistad entre personas que recorrieron en algún momento un tramo de la vida juntos; una historia de la que tan solo ellos pueden hablar, por eso, lo más importante es recuperarlos de nuevo:  para que el testimonio se acerque a lo que de verdad aconteció -ahora narrado desde los directamente implicados-.
Ojalá Linklater siga haciendo estas películas, ojalá las carteleras de cine comercial les den un poco más de horas de vuelo. 
                               Barranquilla 2132

Fotografía de José Antonio Osorio Lizarazo

El cuerpo de Juan Francisco Rogers es encontrado en un ataúd enterrado en la base de un edificio que al parecer, pertenece al año 1940. Ahora en el año 2132, en Barranquilla, algunos exploradores se encuentran perplejos con su cuerpo, y con una carta en la que el hombre recién descubierto les habla acerca de su experimento: se enterró de forma voluntaria esperando ser "revivido" varios siglos después, para así poder apreciar los desarrollos y cambios que el mundo habría podido experimentar. Él, por medio de un cuidadoso procedimiento sobre su cuerpo, logró conservar sus órganos en perfecto estado; y ahora, gracias a un método menor, podría recobrar su vida de nuevo y apreciar aquello que tanto anheló poder llevar a cabo. 
Y la perplejidad va más allá de los cambios tecnológicos que ahora encuentra en el año 2132: las personas ahora son nombradas con algunas sílabas de una combinación de su nombre y apellidos, la seducción entre hombres y mujeres no hace parte de las relaciones humanas deseables, actividades como comer en público son repudiadas por considerarse "sucias" y una pauta marcada por actividades y acuerdos racionales entre los hombres y su convivencia, parecen haber borrado del todo sentimientos como el amor, la ternura, el cuidado por los vínculos humanos, la perplejidad y la fascinación que producen las obras de arte. Los tubos, la energía, las ondas, el metal y la investigación en laboratorio son fundamentales para los hombres de esta época. 
Y es entonces cuando Rogers descubre que, a pesar de tantos cambios, algunos sentimientos humanos permanecen intactos: la venganza, el desprecio por la vida del otro, la capacidad de ultrajar y dañar. También permanecen la posibilidad de contarle a las personas, por medio de las comunicaciones, una historia de los últimos sucesos que -reales o no-, logran entretener y conmocionar, pero solo de forma efímera y pasajera. 
¿Valió la pena extender las posibilidades de la vida humana de Rogers hasta 2132? Ahora se encuentra, en una Barranquilla en la que solo reconoce sus bordes con el mar. 
Este increíble libro ha sido reimpreso de nuevo por Laguna Libros. Aplausos para los editores.