Elizabeth Costello en algunos cuentos morales
J.M Coetzee
Elizabeth Costello es una escritora; una mujer mayor creada por JM Coetzee que tiene vida propia. Ella, con toda la fuerza de la que es capaz, habla al lector acerca de sus viajes, de los encuentros con los seres humanos a lo largo de su vida; a través de estos encuentros nos muestra el reconocimiento del mal en el aleteo perceptible de unas alas al interior de cada uno de nosotros; ella nos habla y nos presenta el testimonio de su encuentro con las pulsiones; nos habla de las conclusiones de sus investigaciones acerca de la condición humana. Aparecerá por momentos en pequeños episodios de otros libros de Coetzee, como cuando en Hombre Lento, de repente reconocemos su voz. A veces me la imagino visitando a Coetzee, seguramente encontrándose en alguna librería en Australia. No sé si hablarían, más bien, a él me lo imagino contemplándola de lejos y a ella a punto de dirigirle la palabra.
Hace unos pocos años, pude escuchar la lectura de La anciana y los gatos, en un auditorio de la Universidad Central, narrada por el propio Coetzee. Y es por ese episodio una tarde en el auditorio por el que pienso que ella tiene vida propia: el escritor leía un texto acerca de ella, pero cuando se refería a los diálogos y a los pensamientos, la voz no era la de él sino la de ella. En este relato, Elizabeth Costello debe recibir en su casa la visita de uno de sus dos hijos: ella, anciana, vive con Pablo -un hombre al que protege en su casa-, y se encuentra rodeada de gatos salvajes a los que alimenta. Su hijo, que la visita para hablarle de su vejez y de la pérdida de sus capacidades para vivir sola, se encuentra con una madre que sabe perfectamente a qué viene su hijo, y por lo tanto, decidirá que la conversación que puedan tener sea exactamente la que ella quiere plantear: la importancia de llamar las cosas por su nombre, la relación del hombre con los animales, la posibilidad de cuidar de un otro como un deber, la muerte y su presencia, la condición de cazador de los humanos, las tensiones entre el amor y el deber -en donde, para ella, el deber toma la delantera-. El hijo se va, ella no claudica.
Y esto es precisamente lo que el lector puede encontrar en Siete cuentos morales de JM Coetzee: a Elizabeth Costello utilizándolo a él para que nos recuerde que ella seguirá hasta el final planteándonos sus reflexiones y discusiones acerca de los temas que ya nos había entregado en su libro. Que la podemos visitar de vez en cuando, y que la encontraremos certera, decidida, armada. Una escritora que no cede. El cuento contenido en el libro La anciana y los gatos se encuentra entre los relatos. Lo vuelvo a leer y vuelvo a recordar el episodio del auditorio de la Universidad: un hombre alto, canoso, que caminaba despacio con unas páginas en la mano, y que cuando comenzó a hablar ante el público, desapareció para que la señora Costello se tomara el escenario.